Hay una experiencia de mi mocedad que me trae gratísimos recuerdos. Se trata de la oportunidad que tuve de participar en retiros espirituales efectuados por la iglesia evangélica en una playa. Asistí a bautizos, que se efectuaban en la mañanita. En la noche participaba en inolvidables fogatas en ese bello ambiente natural. En las madrugadas, se efectuaban matutinos de oración. En general: